Estos días nos ha llegado el testimonio de una superviviente y su historia desgarradora con un juicio que se está procesando en la actualidad.
Ella estuvo implicada, como víctima, en una red de prostitución y pornografía infantil liderada por miembros de su propia familia, su padre, su madre y varios de sus tíos. Lleva ya años teniendo que acudir a los juzgados para identificar imágenes -películas y fotos- de sus abusos que se encuentran, cada cierto tiempo, en las redadas policiales cuando capturan a distribuidores de material pedófilo. Por no decir que ha acudido a varios juicios donde era una de los menores implicados.
A los dieciséis años, se escapó de su casa embarazada de uno de sus agresores -ni siquiera sabe quién era, tal vez hasta su propio padre- llevándose consigo a su hermana de seis años para evitar que también entrase en esa red de prostitución.
El testimonio en realidad es un extracto de uno de los juicios donde intervino como testigo, contra dos impresentables a los que se había cazado por tenencia y distribución de pornografía infantil.
MI JUICIO
Primera sesión de juicio:
Las primeras tres horas fueron durillas pero como eran de esperar las últimas dos horas alucinantes. Si no lo veo no lo creo.
La fiscalía tiene la posibilidad de guardar y por lo tanto ocultar pruebas tanto a la defensa como a la acusación particular, si eso va en beneficio del caso o si el hacerla pública a las partes pudiera poner en peligro el proceso. Se decidió, pues, poner en conocimiento de la juez el hallazgo de un video muy duro ocurrido en un hospital privado en la década de los 90.
No se había reconocido a la menor pero si a dos de los tres adultos que salen en él, los cuales estaban sentados en el banquillo como acusados por tenencia de pornografía infantil y distribución. Esas imágenes fueron localizadas por casualidad en una redada diferente y que nada tenia que ver con la que había llevado a estos individuos y otros a estar en el banquillo de los acusados. Este video fue incluido para poder añadir el delito de abuso sexual al de tenencia y distribución.
En el video se ve a una niña totalmente desnuda atada de pies y manos a la cama con un catéter en el cuello y drogada. La sorpresa viene cuando a los tres o cuatro minutos yo me reconozco como la menor víctima de los abusos. Son imágenes echas dentro de un hospital durante un ingreso por una leucemia que padecí entre los ocho y doce años de edad, y que me trataron allí. Solo vi unos cinco minutos y salí por expresó deseo de la sala después de insultarlos varias veces, pero por lo que sé, el video es muy, muy duro.
Este video fue realizado en ese hospital privado por el propio personal sanitario, aquí en España, entre la segunda mitad de la década de los 80’ y primera mitad de la década de los 90’, pero posiblemente se siguieron ejerciendo esas prácticas durante mas tiempo, por lo que se ha abierto una investigación paralela a ese hospital y a todo el personal tanto de la época de los hechos como en la actual, dado que el centro sigue abierto.
Mi interrogatorio fue bastante duro. Estuve irónica a veces y concisa muchas otras. Aún sigo enfadada, parecían dos críos burlándose de un tercero. Fue repugnante ver como me miraban desafiándome.
La juez hizo un par de preguntas a los dos acusados sobre lo que habían visto y, dirigiéndose a mi, dicen: “Que poca vergüenza tienes, acusarnos de todo esto después de todo lo que hemos hecho por ti. Estás viva gracias a nosotros. ¿Qué crees que pensaría tu padre si levantara la cabeza?”
Pedí permiso a la jueza para contestar y les respondí: “Mi padre fue tan hijo de puta como ustedes. Pero él, por lo menos, tuvo la dignidad de pagar lo que se le pidió y tras entrar en prisión, salió de ella con un infarto y un coma diabético que le produjo la muerte. Si hoy estuviera aquí seguramente estaría declarando como testigo y aceptando la culpa que tuvo. Más de lo que ustedes han hecho, declarándose inocentes y pagado para no entrar en prisión. Son unos cobardes hijos de puta”
Sesión cerrada hasta mañana.
Segunda y ultima sesión de juicio:
Durante los interrogatorios de los abogados defensores se me acuso de mala madre por abortar (fruto de uno de mis agresores) mala hija por abandonar y no cuidar de mi madre (una de mis agresoras) como tampoco lo hice en su momento con mi padre (otro de mis agresores) y se me acusó de mala hermana por haberla separado de la familia (una familia de pederastas que traficaban con sus propios hijos) para internarla en un colegio y verla un mes al año. Hubiera matado al abogado que esgrimió este argumento para desestabilizarme y quitarme credibilidad ante el jurado.
Uno de los abogados defensores enseñó unas imágenes de un video del juicio anterior. Se me ve a mí en casa con unos cinco años aproximadamente, tirándole del pantalón a mi padre y diciéndole: “Papá cosquillas!” Él me agarra de la mano me tira en la cama y después de unos minutos jugando y haciéndome cosquillas, empieza a quitarme la ropa. Ahí, el abogado detiene el video y dice: “Bueno, ahora a ver quien buscaba a quien. No debía de disgustarte tanto cuando querías jugar a las cosquillas con tu padre y le tirabas del pantalón.”
Después de protestar, tanto la fiscalía como mi abogada, yo pido contestar. Me conceden permiso y le respondo: “¿Usted tiene hijos?” y tras contestarme afirmativamente, le pregunté: “¿Su hijo alguna vez ha ido a su cama a saltar y a jugar, verdad? Y no por eso usted los viola, ¿verdad? ¿O aparte de ser un abogado sin ética moral, es también un violador?” Obviamente respondió con una negativa e insistió en su ética: “Todo el mundo tiene derecho a una defensa” “¡¡Y las victimas a justicia, no ha venganza como se nos acusa!!” respondí. La jueza me llamo al orden, pero estaba tan furiosa que la respuesta me salió del alma. Me acusaban de provocar a mi padre ¡¡con cinco años!! Me defendí atacando con sus mismas armas. Lo mas irónico de todo es que el letrado se cabreó conmigo, pero que le jodan.
Después de esto, para dar por terminada mi intervención en el juicio, la juez aceptó una última petición de mi parte: leer una carta al tribunal.
CARTA AL TRIBUNAL
Mi padre me vendió sexualmente por dinero muchas veces, demasiadas. Estuve en peligro de muerte en numerosas ocasiones y eso me ha dejado una cicatriz que sangra y duele mas de lo que ha mi me gustaría. Les voy ha leer un extracto de mi diario tal cual estaba escrito en aquel entonces. Yo tenia trece años:
“Hola amiga mía, estoy en casa no puedo salir porque he sido mala y mi padre me ha castigado, hago cosas horribles, intento obedecer y ser buena pero no lo soy. Es mi culpa y por eso mi padre se enfada y me pega. La próxima vez seré buena y no dejare que vuelva a pasar. Si me porto bien y obedezco dejaran de hacerme fotos, y de pegarme.
Una tarde fría de invierno llegué a casa después del colegio y me espera mi padre. Me dice algo y voy a mi cuarto y me cambio de ropa. Me agarra de la mano y me lleva a una de esas reuniones con sus amigos que tanto odio. Vamos a un chalet en la playa solitario e inaccesible. Como siempre un sitio diferente y apartado para no ser localizados y poder jugar y apostarme, como siempre.
Hay tres hombres y una mujer mayores de unos sesenta y cinco años aproximadamente. Cuando llegamos me dan un bikini y me ordenan que me lo ponga. Cuando lo hago me siento en una silla mientras que ellos juegan a las cartas. De repente después de un rato me llama mi padre y me dice: “Vete con él y haz lo que te dice. Durante 24 horas eres totalmente suya. Ya sabes lo que tienes que hacer mi princesita…”
Entramos a un cuarto con poca luz, no muy grande. Él me mira y me empuja a la cama, me arranca el bikini y me toca. Su mano recorre mi cuerpo mientras que sus ojos como platos me observan de arriba abajo. Me hace fotos, me insulta… De repente me ata las muñecas a la cama y se desnuda. Está cada vez más agresivo, me llama puta, zorra, me dice: “Cállate, ya verás cómo te gusta”. Me pega, me viola durante horas una y otra vez, mientras que yo lloro e intento soltarme, pero no lo consigo. Cada vez se vuelve más y más violento, me azota mientras se corre encima de mí.
De repente me desata y me obliga a chupársela. Yo grito, lloro, pero no me sirve de nada. Me mete su cosa hasta el fondo de mi garganta, me ahogo y tengo nauseas. Me asfixió, estoy tremendamente cansada, agotada, no se cansa nunca, es un viejo verde asqueroso, pero no se cansa nunca. Me apaga los cigarros en los brazos, el estómago y las piernas. Cuanto más chillo yo de dolor, más satisfacción tiene él. Estoy aterrada, tengo hambre, frio y sueño. Cada vez que le suplico que pare, él se escita más y me insulta: “Eres mi puta, cállate y trabaja, que para eso he pagado niña inútil. ¿no ves que todavía no has acabado? Todavía te faltan cuatro horas para irte con tu padre. Ahora eres mía y solo mía, así que deja de llorar. Quiero que me hagas el mejor polvo de tu vida, niñata malcriada. Cállate y deja de llorar ya. Si además te gusta mucho, mira que cara de satisfacción pones, es que te gusta que te torture.” Estoy cansada, sin fuerzas apenas para nada. Me pega patadas y con la correa se me nublan los ojos y dejo de sentir, salgo de mi cuerpo y lo veo todo desde el techo como si la escena no fuera conmigo.
De repente oigo unas voces llamándome dándome tortas y siento agua fría por la cara y la voz de mi padre chillando. Abro los ojos y están ahí, todos mirándome como petrificados. Yo apenas me puedo mover, me duele todo el cuerpo y tirito de frio y de miedo. Mi padre me seca y me sienta otra vez en la silla, mientras que ésta vez ya solo queda uno de los hombres y la mujer. Vuelven a jugar y después de un rato largo mi padre me llama y me dice: “Ya sabes lo que tienes que hacer, obedécela porque durante veinticuatro horas serás toda suya, y deja de dar el numerito y no te desmayes si no quieres enfadarme, ¿Vale mi princesa?”
He perdido la noción del tiempo. No se cuánto llevamos en el chalet pero tengo mucho miedo, estoy tremendamente asustada, lloro, intento ser buena obedecer a todo como un robot automatizado para ello, pero nunca hago nada bien, no consigo estar a la altura de lo que ellos quieren que haga. Ella me acaricia la cara y me lleva al cuarto. Pone música y me dice: “Niña, baila para mí y desnúdate” Intento hacerlo, pero no quiero, no me gusta bailar, no se hacerlo. Ella se enfada por que no lo hago como quiere, me insulta, me grita, y de repente coge una caja pequeña de su bolso y me dice que me acerque. Voy y me agarra del pelo, me tira en el suelo, me sujeta las manos con fuerza, se sienta encima de mi estomago dejándome casi sin aire, me ata un pañuelo al cuello y me asfixia.
Estoy agotada y sin fuerzas para absolutamente nada así que cierro los ojos y espero a que todo acabe. Pero ella no se conforma con eso, me lleva al baño y me mete en la bañera con agua hirviendo y cuando me saca me ata a la cama y con una especie de tenazas o así (no se exactamente qué es) me aprieta los pezones. Grito, lloro… es horrible. Siento que me los arrancan. De repente ella me mete un objeto grande en mis partes. Me duele, me quema, la suplico que me deje, pero no sirve de nada. Cada vez se enfada mas y me grita. Está muy nerviosa y yo cada vez mas asustada. No se cuánto dura esto, pero si recuerdo que creí morir varias veces en ese fin de semana.
Cuando dejan de jugar y mi padre decide volver a casa, me dice que no diga nada y que en cuanto llegue podre comer e irme a dormir. Pero eso no fue del todo así. Mi madre discutió con mi padre por cómo llegue yo, así que, como siempre, cuando esto pasaba, mi padre se enfadaba y me encerraba en el cuarto oscuro. Pero esta vez entró conmigo y me golpeo hasta que se canso. Patadas, tortas y luego con el cinturón golpes y mas golpes hasta que se canso o creyó que ya estaba bien. Me llevó a mi cuarto en volandas y me dijo que no saliera de él hasta que no tuviera ninguna marca. Pasaron días. Mi madre vino varias veces a ver como estaba y a curar algunas heridas hasta que se percato de que algo no iba bien. Tenía un brazo roto, así que me lo enyesaron e inmovilizaron durante un mes pero eso no evito que mi monstruo entrara en mi cuarto cada vez que llegaba la oscuridad…”
lo escribo tal cual lo hice en aquel momento, imagino que días después de que esto sucediera. Espero que el jurado y la señora jueza puedan hacerse una idea del sufrimiento de las victimas y del daño que estos individuos hacen para satisfacer sus necesidades.
Por desgracia cuando decidí romper mi secreto y hablar con mi madre ella no me escucho, pasó de mí. Simplemente me dijo que ya lo sabía, que qué era eso que le hacía yo para que mi padre se acostara conmigo y no con ella y qué era lo que le dábamos los niños del pueblo, porque nuestra casa, decía, parecía una guardería por un lado y una taberna por otro, por la cantidad de gente, generalmente hombres, que entraban y salían como le daba la gana.
Lo que más me duele es que ella lo sabía, lo permitió, y ahora sé que participó en ello. Y ahora que el juicio está cerca, decido escribir esto y espero tener la fuerza suficiente para poder leerlo y que el jurado y la jueza sean conscientes de lo importante de esta sentencia para todos los que por desgracia estamos implicados.
A vosotros, los acusados: No fui yo quien accedió a tocaros como me decíais, a ponerme en las posiciones que me pedíais o a tragar lo que me indicabais en el momento en que se os antojaba. Era el miedo a las PALIZAS DE QUIEN SE HACIA LLAMAR PADRE, a la indiferencia y absoluta negación de todo lo que ocurría de quien creía era MI MADRE.
Habéis marcado mi vida para siempre y quizá jamás llegue a curarme o a superarlo porque eso siempre estará ahí. Más aun conociendo que parte de la familia, lo sabía, lo permitió y muchos participaron en ellos. Me vendisteis sexualmente sencillamente por dinero y eso es realmente asqueroso… Aunque no creo que os importe, mis sentimientos de culpa, de vergüenza y mis estigmas que me imposibilitan el perdonaros, aunque tampoco lo necesito, sólo espero justicia, no venganza como vosotros creéis.